Ver hoy a Herder, salvando el lapso de más de centuria y media, en la obra que constituye lo medular de toda su producción intelectual —sus famosas Ideen sur Philosophie der Geschichte der Menschheit— es contemplarlo en el despliegue y también en la plenitud de su cosmovisión, fundada en su pensamiento filosófico, en sus convicciones religiosas, en sus esperanzas visionarias y, sobre todo, en los valiosos elementos aportados por su genial concepción del mundo histórico, elementos que él supo repristinar y estructurar armónicamente desde su peculiar enfoque de la historia misma. Aunque —ceñidos por límites precisos debido al carácter del tema mismo— sólo nos proponemos, en esta evocación de bicentenario, explorar la veta central de esa grande y compleja cantera, es decir, elucidar y precisar la idea de humanidad que, con resonancias históricas, éticas y religiosas, y hasta poéticas, aflora de ella, no podremos verlo a Herder en su total perfil si no tenemos asimismo presente la época que lo enmarca, las corrientes ideológicas en ella dominantes, el espíritu que la informa y la tesitura de su ethos.