Hasta el siglo X, Castilla (Castella, "castillos") fué la avanzada fortificada del reino cristiano de Oviedo, una pequeña región de la antigua Cantabria, erizada de castillos, con varios condes o gobernadores militares. Con Fernán González se unifican, se agrandan y se independizan aquellos condados en el Gran Condado de Castilla. El lenguaje de aquel pequeño rincón era tan apartadizo como sus habitantes, rústico, tosco y de extrañas innovaciones, en doble oposición con el romance de los navarro-aragoneses y con el de los leoneses. Sobre todo, el contraste era fuerte con el hablar de la corte de Oviedo y luego de León, que había heredado la tradición culta de la corte visigótica. En el siglo XI, la dinastía navarra erige a Castilla en reino, y desde su primer rey se hace con la hegemonía de los reinos cristianos y con la dirección de la Reconquista.