Mucho se habla de Brasil por estos días. De cara al mundial de futbol, pareciera que los problemas del gigante sudamericano se han multiplicado. Sin embargo, nada de lo reportado es nuevo, en especial si nos referimos a cómo el crimen organizado y la violencia ‐ que parece ser crónica ‐ han penetrado la sociedad. La brasilera es una sociedad caracterizada por la desigual distribución del ingreso, lo que redunda en altos niveles de exclusión y marginalidad. De allí que las condiciones para el desarrollo del crimen organizado, sean óptimas.
No obstante, vale aclarar que a diferencia de otros países de la región, en Brasil el accionar de este flagelo es resultado de una serie de estructuras fragmentadas y anónimas con contactos transnacionales, facilitados por su posición geopolítica. Estructuras éstas que parecen dedicar sus principales esfuerzos a cinco actividades: el narcotráfico, el tráfico de armas, la trata, el lavado de dinero y el contrabando.