El día en que los educadores aceptaron como un axioma la verdad de que los niños deberían ser puestos en presencia de las cosas que estudiarían, quedaron echadas las bases de los primeros museos escolares. Seguir, paso a paso, la evolución de éstos, seria repetir datos y fechas manifestados en publicaciones anteriores, y a los que, a riesgo de lo desagradable que es la indicación de trabajos propios, me permito remitir a los lectores que se interesen en este asunto.
Sigo creyendo que entre los educacionistas modernos, quien ha visto más claro ha sido el americano Brown Goode, uno de cuyos trabajos traduje hace varios años para El Monitor de la Educación Común. Aunque el estudio se refería a los museos en general, sus indicaciones eran tan claras, sus observaciones tan bien hechas, sus consejos tan atinados, su visión social tan amplia, que quien quiera que lo baya leído habrá aprovechado sus enseñanzas.