Más exacto sería tal vez hablar del peligro escolástico, por cuanto el menoscabo que amenaza la cultura en nuestros días no radica tan sólo en la organización universitaria, sino que brota - hierba mala insinuada en la buena siembra - en todo el campo didáctico, acá y en el viejo mundo: acá, empero, en forma agravada por la falta de una tradición científica propia que nos permita orientarnos sobre una línea peculiar independiente de la estructura europea.
Una mansa onda de pedantismo se eleva de la escuela, se desparrama en todos los ámbitos de la labor espiritual, apaga toda chispa de originalidad, ahoga la inspiración en sus más bellas, más profundas manifestaciones. Nada está libre de su invasión: el arte, en sus expresiones más primorosas; la ciencia, en sus formulaciones más delicadas; la filosofía, en sus ideaciones más trascendentes. En una época mecanizada e industrializada, en que todo marcha a vapor o a electricidad, en que se vuela en tierra, por agua y en el aire, girando palancas y manivelas, es fácil, más, es inevitable, a no mediar las debidas precauciones, caer en la ilusión de que la creación artística o la construcción científica es obra manual, de que la técnica puede substituir la alta especulación, y la receta suplir la actividad vital de la inteligencia.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)