Durante los últimos meses, el sistema internacional en su conjunto se vio conmovido por un hecho en particular: la invasión militar de la Federación Rusa a su país vecino y ex-República Socialista Soviética, Ucrania. En medio de un escenario cargado de incertidumbre en cuanto al conflicto ruso-ucraniano, el 24 de febrero del 2022, las fuerzas rusas desplegaron una operación militar especial que desencadenó una táctica de bombardeos en varias ciudades ucranianas como Járkov y Mariúpol.
Esta situación se encuentra actualmente atravesada por diferentes problemáticas: las sanciones económicas de Occidente hacia Rusia, los intentos de resolución pacífica, las ofensivas de las naciones beligerantes, etc. Sin embargo, existe un desafío que atañe tanto a los países europeos como los del continente africano y además, involucra la activa participación de las diferentes organizaciones internacionales. Dicho desafío hace referencia a lo que se ha llamado una “batalla silenciosa” en las fronteras de Polonia (Luque, 2022) a partir de las marcadas discriminaciones experimentadas por los refugiados racializados que buscan huir del caos provocado por la guerra en Europa del Este.
Frente a la evidente ola de refugiados acontecida luego del 24 de febrero, varios políticos de los países europeos se presentaron con los brazos abiertos para recibir a aquellos que buscaban un lugar seguro. Aún así, se han reportado en los distintos medios de comunicación que cubrían el conflicto, actos de discriminación hacia personas provenientes de África, Medio Oriente y Asia.
Así el objetivo del presente trabajo es constatar el accionar que los diferentes actores del sistema internacional llevaron a cabo para lidiar con esta problemática y demostrar como aún existen ciertos mecanismos de discriminación sobre los cuales es necesario continuar trabajando desde las relaciones internacionales.