El recurso de caracterizar una relación entre tres actores como “triangular” es de uso extendido en la disciplina de las Relaciones Internacionales. Genéricamente, se recurre a ella cuando en un área de asuntos –y en un caso extremo en toda la agenda– de una relación bilateral debe considerarse a una tercera parte para comprender mejor las causas, implicancias y alcances de la relación bilateral primaria. Por defecto, la relación triangular es asimétrica en términos de poder. En las primeras décadas del siglo XX, la relación triangular económica entre Gran Bretaña, Estados Unidos y Argentina (1914-1943) analizada por Mario Rapoport (1988) ubicaba a este último en la posición de desventaja al asumir el rol de periferia respecto de aquellos. Asimismo, entre los primeros, Gran Bretaña ya se encontraba en declive habiendo perdido su lugar como primera potencia industrial y el lugar de privilegio en el comercio internacional. Los análisis de Wolf Grabendorff (2005) sobre la relación triangular entre América del Norte, la Unión Europea y América del Sur, el llamado triángulo atlántico, también evidenciaban rasgos de asimetría. Lo mismo ocurrió con los estudios de las relaciones latinoamericanas con la Unión Soviética en el siglo XX donde era inevitable considerar a Estados Unidos, o viceversa, y ponderar el poder e influencia de cada parte.
En lo que aquí nos convoca, cabe decir que, cada vez con mayor peso las relaciones bilaterales entre Argentina y Estados Unidos comienzan a estar empapadas de consideraciones que implican una tercera parte: China. En esta nota, nos circunscribimos a la dimensión estratégica del vínculo bilateral entre Argentina y Estados Unidos y sus rasgos en el último año (agosto 2021-agosto 2022) cuya caracterización se ve afectada por la presencia de China en tanto tercer actor. Aunque es evidente que la vinculación de Argentina con Pekín concita la atención de Estados Unidos –quien definió al país asiático como una “amenaza multidominio creciente” y el “competidor estratégico más importante” según lo que trascendió públicamente sobre la nueva National Defense Strategy (2022)–, los hitos bilaterales expresan con mayor claridad que son influenciados por la presencia china. Como lo expresa Tokatlian (2021), el asunto que vincula cuestiones entre la Casa Rosada y la Casa Blanca es China.