Tomar la escuela o el colegio como una fuente de cultura, es un sofisma. Puede ser fuente de cultura, puede no serlo. Una escuela no crea ni expresa la cultura de un pueblo, en mayor proporción que el teatro o la prensa, o el gobierno, o el ejemplo de las clases dirigentes, o el ejemplo extranjero o una doctrina prevalente.
Si cada uno de nosotros consulta su conciencia respecto del origen de la propia cultura, encuentra que ella no procede precisamente de la escuela, sino o de un hombre de esa escuela, o de otros hombres con quienes convivió, o de los libros que leyó libremente; de las meditaciones que ellos le sugirieron.
Aunque estoy seguro de que nos entendemos, conviene precisar el concepto: cultura no es ilustración, no se la gradúa por la dosis de ciencia que poseamos, porque encierra esencialmente una porción que es sentimental, supone un desarrollo de la sensibilidad, en el que entra sin duda el cultivo de la inteligencia.
(Conferencia leída a invitación de las autoridades de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, en el aula mayor de la misma, el 11 de octubre de 1922.)
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)