Reaparecen los dioses antiguos en el horizonte ideal del arte nuevo. Los clásicos dioses que fueron ya, en la divina Grecia, no obstante su pretendida filiación histórica respecto del más antiguo panteísmo asiático, modelos humanos que evolucionaron a medida que los hombres llegaron a ser más perfectos, pasando de la primera idea del poder a la sabiduría y, por fin, a la justicia, renacen, hoy, en su ancianidad más que venerable, en su plasticidad infinita, como ideal vivo y fecundo que se transfunde en el sentimiento humano de la naturaleza.