El pasado 21 de mayo se llevaron adelante en Australia las elecciones federales, en la cual el partido liberal, liderado por Scott Morrison, perdió frente al partido laborista, capitaneado por Anthony Albanese, quien dos días después juró como primer ministro, cortando así una sucesión de gobiernos conservadores durante prácticamente los últimos nueve años.
La rapidez de la conformación del nuevo gobierno de centroizquierda, prácticamente 48 horas después de haber tenido lugar las elecciones, refleja la urgencia de atender no sólo cuestiones de la agenda doméstica, sino también, principalmente, de la agenda externa