La política desarrollista de Corea del Sur y sus logros socioeconómicos se han definido como un “milagro”, a pesar de ello el proceso experimentó problemáticas intrínsecas que evidencian la falta de un verdadero resultado exitoso.
El crecimiento económico fue tan rápido que el país caracterizado por altos índices de pobreza y un conflicto armado a principios del '50, pudo en pocos años revertir la situación, llegando a ingresar a la OCDE en 1996, como parte de los tigres asiáticos.
Uno de los elementos principales que permitió la eficiencia de las políticas desarrollistas fue la centralización del poder y la sólida burocracia, que históricamente delineó el sistema coreano, influenciado por el confucianismo.