El espacio público está en crisis. ¿Quién puede dudarlo? Pero esta crisis no se agota en las limitaciones que la democracia encontró para realizar sus promesas de una sociedad más justa. Se agotó también el esquema, por así decirlo, bajo el cual pensamos desde finales del siglo XIX la construcción de ese espacio público. Esa forma de pensarlo tenía un eje central: el Estado-nación que se convirtió luego de la Segunda Guerra Mundial en el principal constructor de lo público y en particular el modelo del Welfare, o sus "parecidos de familia" en nuestra región. Durante todo este período, público fue igual (o casi) a Estado, y las instituciones que se construían en defensa de lo público (los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones) en realidad lo estaban haciendo para sostener este particular modelo de Estado, que significaba la defensa y el intento por concretar los derechos políticos, sociales y económicos para buena parte de la población.
Esta tendencia a la centralidad estatal abarcó distintos modelos sociales y económicos, incluyendo a los revolucionarios.