La necesidad de un proyecto para un país nace cuando la comunidad siente que, a pesar de vivir juntos, en un mismo territorio, se carece de un sentido, de un significado aglutinador que trace un destino común. Podríamos decir que un proyecto nacional es el tránsito de un conglomerado amorfo de seres humanos a la existencia de una comunidad política. A veces, la dinámica de la sociedad respectiva es tan obvia y clara que np se requiere de la explicitación de un proyecto. Pero también ocurre que el horizonte deseado, que no otra cosa es un proyecto nacional, resulta un elemento previo para la puesta en marcha de una sociedad.
Y a mi juicio tal es el caso de Argentina y de los argentinos. Estamos en una situación de postración extrema, de escepticismo, más aún, de desconfianza hada los compatriotas.
No es que todo lo que hacemos es un desastre. Muchos, en nuestras respectivas actividades, encontramos satisfacción y orgullo.
Pero sospechamos que todo lo que nos rodea es un desastre, que todo es corrupto. No conformamos una comunidad. Así de sencillo.
De ahí la imprescindibilidad de un proyecto nacional. En él deben confluir los sectores trabajadores y empresarios, los intelectuales, los desocupados, los sin casa, los participantes en economías regionales que hoy sufren. Necesitamos de una gran unidad nacional para salir de este marasmo. Y ello no se logrará con propuestas pequeñas, extremas en un sentido o en otro, sino con el deseo y la voluntad política intensa de salvar nuestra nación en el marco de la unión latinoamericana.