Para poder discutir cómo se construye un proyecto nacional es necesario debatir qué significa "nación" y cuál es el diagnóstico acerca de "nuestra nación". No hay nación sin proyecto. Ninguna nación puede vivir de su pasado, ni material ni simbólicamente. Una nación sin proyecto pierde razón de ser y, por lo tanto, sólo puede permanecer unida por la coacción. La Argentina hace demasiado tiempo que carece de proyecto, incluyendo en "proyecto" aquellos que me gustan y aquellos que me disgustan. Los empates políticos se llevan mal con los proyectos y este país no consigue salir del empate. Aunque la dictadura y el mene- mismo constituyeron nuevas articulaciones, no desarrollaron un proyecto hegemónico en el largo plazo. En la dirección contraria no hubo reversiones de carácter estratégico. Por ahora, hay sólo embriones. Embriones que en gran medida se encuentran presos culturalmente de nuestra propia historia reciente.
Esa combinación de desinversión sistemática en hegemonía por parte de los sectores dominantes y de incapacidad de construcción hegemónica desde sectores subalternos plantea una dinámica en la que la ausencia de proyectos dejó el sentimiento de comunidad vinculado sólo a la vivencia de tragedias colectivas, a experiencias sociales traumáticas.