Durante el último decenio del siglo pasado, África experimentó una proliferación de conflictos étnicos y tribales de características intra e interestatal que desarticularon el espacio geográfico de distintos actores y pusieron en jaque tanto la estabilidad regional como la seguridad continental. Ejemplos como el genocidio de Ruanda, la guerra civil en Angola, el conflicto en Somalia o los enfrentamientos en Sierra Leona, Liberia, Argelia, Burundi y la República Democrática del Congo, dejaron en evidencia una gobernabilidad sumamente frágil que dio fruto a un cúmulo de estados fallidos que quedaron librados a su suerte.