En América Latina hay organizaciones criminales con mayor capacidad de control territorial, de agencia y de integración con otros actores, que los mismos Estados soberanos. Lo anterior se debe a varias razones.
Por un lado, a las tradicionales debilidades estatales y a las instituciones inconclusas e incompletas. De hecho, la región tiene más geografía que instituciones. Por otra parte, se debe a que si bien América Latina no tiene importantes tensiones que lleven a hipótesis de guerra entre sus Estados, es una zona con graves violencias. En otras palabras, es una región pacífica pero altamente violenta. Una tercera arista tiene que ver con que algunas organizaciones criminales disfrutan de mejores sistemas de interlocución con otras (por ejemplo, los carteles mexicanos y grupos armados colombianos) y con algunos gobiernos (como el caso de la banda G9 y el gobierno de Haití).