La muerte hace poco acaecida del sabio biólogo español B. Turró ha llevado mi pensamiento a su obra fundamental, su profundo estudio de los orígenes del conocimiento en que sostiene y desenvuelve congran riqueza de observaciones y mucha fuerza de razonamiento científico su teoría sobre el papel del hambre en la génesis de la función mental de conocer y juzgar. La teoría hace ascender la conciencia individual, cuya substancia, según Unamuno, es el espíritu, de la más primitiva y material de las acciones orgánicas: comer. Todas las formas del pensamiento son, pues, descendientes en línea recta, aunque puedan serlo relativamente lejanos, de la elementalísima impulsión a la busca del alimento. Esta tendencia, que asoma como una de las primeras manifestaciones de la vida animal, es la raíz de la inteligencia.