A partir de reconocer que el proceso de la integración centroamericana se configura como el bloque más sólido entre los regionalismos presentes en América Latina, el autor afirma que la integración de Centroamérica está aún lejos de alcanzar los logros en materia de gobernabilidad, fortalecimiento institucional y jurídico, diseño e implementación de políticas públicas y la generación de bienes públicos regionales. No obstante los objetivos fundacionales del SICA en la práctica, todo el andamiaje institucional del sistema se basa en un esquema intergubernamental con una marcada predominancia del presidencialismo en la toma de decisiones y ejecución de acuerdos, quedando así sujeta a los vaivenes políticos de los países miembros. Por otra parte, la institucionalidad que ha venido configurándose dentro del SICA se ha convertido en el blanco de continuas exigencias, tanto por actores internos como externos, para ser sometida a un profundo rediseño sobre la base de criterios de eficiencia y eficacia de índole administrativa y financiera. No han sido pocos los intentos de reforma y los magros resultados continúan alimentando el escepticismo de amplios sectores de la sociedad civil y académicos.