En la actualidad, a pesar de que la cantidad de delitos violentos ha disminuido, dos fenómenos han dado lugar a que la temática de la inseguridad mantenga su fuerte impacto en la opinión pública. Por un lado, el aumento del sentimiento de inseguridad,1 que trae como consecuencia una “reconfiguración de la distribución social de la victimización de los delitos” (Saín, 2012, p. 51). Este incremento implica que las víctimas de los delitos pasaron a ser (también) los sectores medios y medios-altos de la sociedad. Y, por otro lado, un aumento en la “escandalización mediática de ciertos delitos” (Saín, 2012, p. 51), sobre todo de aquellos casos en los cuales las víctimas pertenecen a los estratos medios y medios-altos de la sociedad. Frente a dicha situación y a las limitaciones de los gobiernos provinciales al momento de intervenir en la problemática del delito, las demandas sociales comenzaron a dirigirse hacia un actor político más cercano: el gobierno municipal. De esta manera, se hizo visible en varias ciudades la emergencia de políticas de prevención del delito en el ámbito local.
Así, se produjo un desplazamiento del problema de la seguridad hacia los gobiernos municipales. Sozzo (2009) sostiene que desde hace 15 años comenzó a darse una “descentralización” que consistió en la modificación de responsabilidades hacia un actor que se encontraba ajeno a la cuestión del delito: el gobierno local. Las respuestas de los gobiernos locales fueron muy heterogéneas, pero en su mayoría se focalizaron en la prevención del delito, en pensar formas de intervención que permitan imposibilitar actos delictivos.
En esta línea se pueden identificar tres tipos de estrategias: la social, la comunitaria y la situacional-ambiental.
En el marco de este nuevo paradigma nos interesa focalizar en el impacto que tal tipo de políticas tiene sobre el espacio público. En este sentido, el objetivo de nuestro trabajo es analizar la apropiación del espacio público por parte de los/as vecinos/as a partir de la creación del corredor seguro de la avenida 66 desde calles 1 a 6 en la ciudad de La Plata en el año 2014. Para esto utilizamos, en línea con Taylor y Bogdan (1987), la metodología cualitativa, en tanto nos permitió analizar el fenómeno desde la perspectiva de los actores sociales que se vieron atravesados por este proceso. La elección de este corredor seguro se fundamentó en que fue el último instalado en la ciudad de La Plata hasta el momento de comenzar la investigación; además se priorizó la facilidad de acceso al trabajo de campo.