En El giro pragmático, libro del 2010, recientemente publicado en español por la editorial Anthropos, el renombrado filósofo estadounidense Richard Bernstein propone la tesis –ya apuntada en un breve artículo publicado en el año 2006– de que las diferentes corrientes de la filosofía occidental de los últimos 150 años han estado explorando y refinando, lo tuvieran presente o no, problemas que, o bien fueron formulados originalmente por los filósofos fundadores del pragmatismo norteamericano, o bien encontraron una expresión paradigmática en la obra de esos autores. Esta primera tesis va acompañada de una segunda, a saber, que los temas fundamentales del pragmatismo de fines del siglo XIX y principios del XX dominan en importancia y en extensión la escena filosófica actual. Así, ya sea a través de la influencia directa o indirecta de esos pensadores sobre los contemporáneos, ya sea a través de la lógica interna de los problemas filosóficos, se habría producido, desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, un giro de la filosofía en general que la conduciría a redescubrir y consolidar las perspectivas elaboradas por autores como Peirce, James y Dewey. Sin embargo, la estrategia adoptada por el autor para defender estas ideas es algo desconcertante.
En efecto, el libro no presenta una historia general de la filosofía occidental de los últimos 150 años en la que se muestre el predominio creciente de ideas original o paradigmáticamente pragmatistas. Tampoco hace una reconstrucción exhaustiva del panorama filosófico actual para luego conectar sus principales núcleos problemáticos con las ideas de los fundadores de aquella tradición. Ni siquiera presenta una historia del pragmatismo en la que este de algún modo subsuma y englobe, corrigiéndolas, a las demás corrientes filosóficas. Me parece que estos habrían sido los caminos posibles para demostrar adecuadamente las tesis propuestas. Sin embargo, el contenido del libro no se acerca en absoluto a ninguna de estas estrategias.