Hace más de 30 años atrás, Francis Fukuyama, retomando la dialéctica hegeliana, proponía el triunfo final de Occidente sobre el bloque soviético, y a la par, que el liberalismo político y el capitalismo de libre mercado-representados en su máxima expresión por Estados Unidos-habían triunfado sobre sus antítesis-el autoritarismo encarnado por el Fascismo y el Comunismo durante el siglo XX, señalando el final de la evolución ideológica de la Humanidad. A partir de allí, seguiría una era post histórica-al menos para las grandes potencias occidentales, ya que regiones del Tercer Mundo seguirán atrapadas aún en la Historia-violencia interétnica, guerras, etc.-por mucho tiempo.
Sí bien existía esta advertencia sobre el porvenir-y como ha dicho recientemente el mismo Fukuyama, él no considera que el progreso sea lineal, sino que puede estar atravesado por retrocesos (Fukuyama, 17 de octubre de 2022), el panorama parecía ser prometedor. Pese a la adopción y difusión más creciente de recetas neoliberales y sus programas de ajuste, aún quedaba un Estado de bienestar en occidente, y se estaba atravesando por la tercera ola de democratización a nivel internacional.
Pero ¿Cómo nos encontramos al día de hoy? ¿Cosechamos los frutos del Fin de la Historia o es qué ésta simplemente nunca se tomó vacaciones? ¿Ha quedado Occidente fuera de los vaivenes de la Historia, entendida como conflicto e incertidumbre?