Es para mí una satisfacción incorporarme al ejercicio activo de la docencia en esta casa de estudios en la cual una juventud promisoria, bajo la dirección de prestigiosos profesores, disciplina su inteligencia y aprende, en la tranquilidad auspiciosa de sus cátedras, a investigar, a fortalecer el juicio y la personalidad, y a buscar la unidad y la armonía del saber. La asignatura a mi cargo es nueva en el plan de estudios de esta facultad. Por primera vez se dicta en el país. Y al punto agrego que no figura todavía en muchas instituciones análogas de naciones adelantadas, por más que se haya señalado como grave error tan sensible ausencia. He aquí un legítimo timbre de honor para nuestra Facultad de Humanidades: haberse adelantado a introducir la nueva disciplina, hecho que está muy de acuerdo con las bellas bases de la Universidad platense.