El derecho, como fenómeno específico del ya a su vez autodeterminado conjunto de los procesos sociales, se presenta, en el actual campo de comprensión sintética, con estigmas que lo caracterizan de un modo preciso e inconfundible. No obstante afirmación tan categórica, flota en el ambiente general una falta sorprendente de seguridad científica para definir este instituto social, al cual encontramos realmente «malabareado» por filósofos y periodistas, por juristas y procuradores, por sabios y «dilettanti» y por oradores y políticos.