Por los pactos de Cañuelas y de Barracas, de junio y agosto de 1829, respectivamente, entre Lavalle y Rosas, los destinos de Buenos Aires quedaban en manos de este último. En 6 de diciembre de 1829, la Junta de representantes votaba una ley que importaba una modificación de la de 1823, introduciendo un mandato imperativo en su artículo 2º, y por el cual se disponía «arreglar conforme a las exigencias de las actuales circunstancias, la administración interior de la Provincia en todos sus ramos, conservando íntegra su libertad e independencia», y afianzando el orden. Para esto, en el artículo 3º se le revestía «de las facultades extraordinarias que [juzgare] necesarias hasta la reunión de la próxima legislatura, a la que dará cuenta del uso que haya hecho de esta especial autorización».