En su afán por mecanizar la realidad, las tendencias positivistas pretendieron extender el dominio de la ciencia a todo orden de conocimientos. Propósito loable en una época de imprecisión mental, corresponde que reaccionemos contra él en homenaje a la verdadera naturaleza de la realidad. Para Xénopol (y tomo su opinión ya que estas reflexiones van encaminadas hacia lo histórico), es ciencia toda disciplina que tenga por objeto el conocimiento de la verdad. Demostrar lo vago de esta definición me parece tarea ociosa. Con igual derecho busca la verdad el químico en su laboratorio, como el místico en su éxtasis, el artista en su taller y el hombre común barajando sus perogrulladas.