En materia de enseñanza, y más tratándose de Gramática, conviene innovar por evolución y no revolucionariamente. Pretender una reforma radical, y muy de golpe, es exponerse a lamentables vaivenes y traspiés. Si hay una asignatura que anda desorbitada es la Gramática; tanto por deficiencia de los planes y programas, como de los textos y de los encargados de enseñarla. Cuando hay que dar una cátedra a un candidato que no sabe nada, lo más probable es que resulte profesor de castellano. ¡Y es tan esencial el dominio de la materia!... Bien lo dió a entender Américo Castro en la serie de conferencias que, por encargo del Ministerio de Instrucción Publica, desarrolló ante el profesorado de la Capital Federal.
Trataré de contemplar el vasto y complicado problema que ofrece esta enseñanza mirándolo desde la escuela primaria hasta la superior o universitaria en cuanto se me alcance. Cuento, ante todo, que debe existir cierta unidad en estos estudios. No hay razón alguna para que la Gramática que enseñamos en la escuela primaria disienta con la que ha de tratarse en la secundaria o normal y en la superior. Debemos conciliar, en cuanto sea posible, todos los estudios que abarca la ciencia del lenguaje, llámese simplemente Gramática elemental, Gramática comparada o histórica, Filología o Lingüística.