José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914), conocido como el “cura gaucho”, fue un sacerdote católico cordobés admirado por sus seguidores como un párroco con los “pies en la tierra”, un “pastor con olor a oveja” que recorrió incansablemente a lomo de mula la montañosa Traslasierra cordobesa en el último cuarto del siglo XIX en el marco de su tarea misionera, ayudando a las poblaciones locales. Por ello, es muy recordado por todas las obras que impulsó en la región, especialmente el telégrafo, infraestructura vial (caminos y puentes) e hidráulica (canales de irrigación y acequias), escuelas, una casa de ejercicios espirituales y varias parroquias.
Ya en vida este sacerdote era muy querido y seguido por su feligresía, por lo que estamos hablando de un movimiento devocional que cuenta ya con más de cien años de existencia.
En octubre de 2016 Brochero fue canonizado (declarado santo), el primero nacido y fallecido en Argentina, por la Iglesia Católica en función de los “milagros” de sanación que se le atribuyen.
Es importante señalar que si bien fue un sacerdote católico y que recientemente ha sido reconocido de manera oficial como santo por la máxima autoridad eclesial, la devoción a Brochero desborda lo institucional y se extiende más allá del campo de católicos practicantes, siendo sus seguidores muy diversos en lo que respecta a adscripciones religiosas y procedencias socioeconómicas.
Constituye, pues, un movimiento muy amplio, polifacético y heterogéneo. En este sentido, podemos decir que algunas expresiones de la devoción a Brochero constituyen un caso de religiosidad popular.