La articulación entre las políticas universitarias y las políticas de Estado en pro del desarrollo social son cuestiones ineludibles para garantizar, en palabras de Darcy Ribeiro, una aceleración evolutiva que conduzca a la restructuración intencional de la sociedad.
El siglo XXI nos muestra sus nuevas configuraciones sociales, culturales, políticas, económicas y, por supuesto, educativas. Por lo tanto, surgen nuevos desafíos —que se transforman en necesidades— con relación a la formación de grado y posgrado de nuestros estudiantes.
La actualidad nacional en la que transitamos nos envía constantemente a revisar conceptos, discursos, prácticas educativas; nos pone ante el reto, y más aún, frente a la obligación política de repensar los ejes de análisis que permitan desarrollar nuevas intervenciones en el área de la formación, la docencia, en extensión y en investigación. Nadie puede dudar sobre los cambios altamente positivos que se han producido en nuestro país a nivel económico, social y en políticas educativas.