Hace un tiempo, en el libro Estudios Críticos en Educación Física, redacté un capítulo denominado “Gimnasia: un contenido olvidado” (Lugüercho, 2009). Hoy mi perspectiva ha cambiado. Una de las hipótesis de trabajo es que la gimnasia como contenido educativo no está olvidada, sino que ha sido sometida a una desaparición forzada. ¿Es posible que se haya construido un dispositivo entre el discurso psicomotricista que critica a la gimnasia; las disposiciones curriculares que se fundamentan en estos conceptos; la escuela, que por lo tanto no enseña gimnasia? Si es así, la gimnasia escolar trascurre entre la realización de ejercicios que no tienen sentido para los estudiantes y/o, en el peor de los casos, una forma de ejercer el poder a través de una sanción sin reciprocidad que se utiliza para penalizar conductas no deseadas. De este modo se construye un sujeto–alumno que no sabe de gimnasia, ni ésta le gusta, y que cuando quiere practicarla necesariamente tiene que concurrir a un club, a un gimnasio, a un entrenador personal o realizarla por su cuenta, recurriendo a supuestos saberes que adquirió por medio de la “experiencia”, la imitación o la trasmisión asistemática.
En este sentido, pretendo esbozar por dónde está trascurriendo el proyecto de investigación en el que estamos trabajando actualmente en el Centro Interdisciplinario Cuerpo, Educación y Sociedad (CICES), denominado “Los discursos de la enseñanza de la Educación Física”. Dentro del mismo se ha subdividido a los integrantes entre quienes trabajamos con la “gimnasia”, quienes lo hacen con los discursos de las “prácticas en la naturaleza” y quienes investigan acerca del “deporte”.
En nuestro equipo estamos analizando los diseños curriculares para las escuelas de todo el país, como así también los documentos curriculares para la formación inicial en Educación Física y los programas de Gimnasia y de materias afines de dichas instituciones en diversas provincias.