En una noche del mes ele noviembre de 1782, fué representada por primera vez, en Roma, la tragedia Antigone del conde Victor Alfieri, obra que atrajo al más aristocrático auditorio, no sólo por la nobleza de su autor, sino por la gran notoriedad que había adquirido gracias a sus resonantes triunfos literarios y a la aureola de fantásticos viajes y alocadas aventuras amorosas que rodeaba triunfalmente su nombre. Cuarenta y dos años más tarde, un joven poeta argentino que acababa de calzar el coturno de Melpomene, atraído por aquella obra, la imita, en parte, en una tragedia rica en bellezas dramáticas: Juan Cruz Varela, en Argia, No era esta obra, que resurgía antiguos personajes del arte griego, la primera muestra del ingenio de este escritor. Un año antes se había iniciado en el arte escénico con Dido, dramatización del canto cuarto de la Eneida de Virgilio, alejada totalmente del arte lapidario de Alfieri y de su estilo seco y vigoroso.