En la madrugada del martes 10 de setiembre de 1854 salió Domingo Faustino Sarmiento de su casa en Yungay rumbo a la Argentina, más precisamente, a Mendoza. Le acompañaban su esposa, doña Benita Martínez Pastoriza, su hijo Dominguito y dos franceses llamados Eugenio Leloutre y Carlos Polinó* Tres mozos de mano atendían a los patrones: Tomás Navarro a don Domingo, Pedro Bari —que no era “mozo” de oficio— a doña Benita y Daniel Suárez a Dominguito. De las muías cargueras, en las que iban el almofrez y las petacas, se encargó Ramón Jara. Quedaron en la casa de Yungay don Eugenio Belin, doña Faustina, los niños y una criada, Juana Lencinas, la mujer de Daniel Suárez y mendocina como éste. Dominguito, que a la sazón tenía nueve años, era el más feliz de todos.