Si bien la renovación presidencial es un hecho normal inherente a la vida misma de la República, la lucha electoral de 1880 adquiere carácter de excepcional, tanto por los factores determinantes, como por las consecuencias que provoca. En este proceso, que tiene sus raíces en la conciliación de 1877, se juegan en especial dos factores fundamentales; políticos y constitucionales, no ajenos a lo económico, que es decir la aspiración de Sarmiento a una segunda presidencia y la solución de la cuestión capital eludida desde 1860. Veremos como, en la evolución y solución de los acontecimientos, la figura de Sarmiento ocupa un lugar preponderante fruto de su propia personalidad.