Urgido por el presente, Sarmiento se vuelve al pasado en busca de la explicación de los males intestinos que desgarran el cuerpo del país; el pasado, encarnado en un personaje que vivió dibujando en moldes bárbaros una tradición hondamente enraizada en el suelo colonial-nacional. El presente, su presente, la dura y sombría realidad de la tiranía, realidad imposible de explicarse por sí misma, desatando los nudos que aseguran su continuidad en el tiempo. Y para rastrear la verdad, cuya huella dejan los acontecimientos a medida que se van produciendo, desciende al pasado desde la altura del presente. Lo cual indica que Sarmiento intuye entre el pasado y el presente una solidaridad temporalmente eslabonada, una continuidad diseñada en sinuosa línea de semejanzas y oposiciones, y cuyo fluyente conjunto constituye la realidad nacional.