En estas obras exploré y experimenté con las posibilidades de la mancha, viéndola como un elemento generador, disparador y organizador de una composición plástica. Me interesé cómo surgen y cómo se relacionan con otros elementos plásticos como las líneas, huellas y gestos, aquellos “accidentes” que las vuelven más especiales y que justamente son ellos los que me atrajeron, los detalles que busque con la mirada para resaltar los y sentir finalmente que la obra está completa. Aparecen las huellas de los pinceles viejos, brochas secas y de las esponjas elegidos porque son ideales para poder intensificar esa abstracción y que la obra sea más representativa de mis sensaciones en ese momento, siendo simplemente fiel a las inspiraciones que mi mente traía. Estas nueve obras son reflejo de mi personalidad, puedo decir que me veo y me encuentro en cada una de ellas, en los trazos amplios y movimientos bruscos, reconozco más emociones y sentimientos como en el día en que fueron creadas. Encuentro tranquilidad del “trabajo realizado” al sentir que pueden hablar por sí mismas, que expresan y ya, sin importar lo que los demás ven en ellas, son reflejo de una comunicación sensible de mi como pintora con la materialidad y la espontaneidad cotidiana, premiando la pintura intuitiva, enérgica y la acción física como si fuera una danza que fluye sobre lienzos.