Freud advirtió sobre el carácter insoluble del conflicto entre la libertad individual y el interés de la comunidad. No hay una salida ante la tensión entre estos dos valores igualmente legítimos y esenciales, que no sea la de un acto que está llamado a renovarse una y otra vez, para cada lugar, cada época y cada individuo. Esta dificultad prolonga la desavenencia estructural del sujeto consigo mismo, y es otra expresión más de la inexistencia de la relación sexual. El lazo entre el individuo y la sociedad es incurablemente conflictivo y sintomático.