En el libro del ingeniero Vitali, Hidrología mendocina, dice en la página 72, bajo el subtítulo de «Corrientes subterráneas»: «En todo el subsuelo mendocino se encuentran napas de las que se obtiene agua en abundancia; gran parte resultante de las aguas que se licúan en la cordillera se infiltra en los terrenos permeables, a través de las rocas de formación lenticular, y por los fisuramientos de las rocas compactas, hasta alcanzar grandes profundidades. Las aguas así infiltradas forman corrientes subterráneas que en su mínima parte reaparecen en forma de fuentes en las vertientes de los terrenos de fuerte pendiente y a veces en el llano, pero que en su mayor volumen siguen la vía subterránea, aprisionadas por dos o varios estratos impermeables que las obligan a seguir siempre al Este, hasta que dan con un dique natural, ya sea formado por uno de los diversos cordones orográíicos que se conocen, o por umbrales invisibles que les impiden seguir su curso, obligándolas a seguir hacia el Sud-Este.