El respeto y la admiración que han provocado la obra de Miguel de Cervantes trascienden el momento y el lugar de su producción. Escritores y críticos a lo largo de la historia han dedicado volúmenes completos a este gran referente de la literatura española. Los intelectuales argentinos no fueron la excepción. Lo cierto es que la obra cervantina atravesó tres etapas de recepción en nuestro país, como sostiene Guillermo Díaz-Plaja (1952). La primera de ellas corresponde a la época colonial, ya que la impronta cervantina estuvo presente en los modelos culturales de los conquistadores españoles; la segunda etapa, coincidente con la independencia, en la que la formación clásica española fue superada —e incluso deformada— por otros modelos europeos tomados por los movimientos separatistas de la región del Río de la Plata en su deseo de desvincularse de los modelos hispánicos. Finalmente, la tercera etapa, se produce por el retorno de la revalorización de los símbolos hispánicos universales, en particular a la figura de Góngora, Quevedo y Cervantes.