La violencia política argentina vivida durante la segunda mitad del siglo pasado ha dejado varias secuelas. Entre ellas, una fuerte discusión simbólica por hegemonizar cierto discurso acerca de las representaciones pasadas, es decir, por cómo construimos la memoria. Entre estos discursos encontrados y en constante diálogo y tensión, vemos que, en aquellos que realizan algunas víctimas de los hechos, existe la particularidad de que cargan con alto grado de legitimidad social. Dicho de otro modo, tanto en testimonios públicos (como el de Juan Carlos Livraga), en films cinematográficos (como Los Rubios ,y Cuatreros de Albertina Carri) o en literatura (como La casa de los conejos, de Laura Alcoba) vemos que varios de aquellos que son considerados socialmente víctimas con vida de delitos de la época (como la persecución peronista después de la “Revolución Libertadora” o las atrocidades cometidas durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica de nuestra historia) hoy reproducen discursos que resultan polémicos frente a otros que sostienen por ejemplo, Organismos de Derechos Humanos o cientistas sociales.