Contravientos, es la crónica de la divulgación científica en la Argentina que los propios científicos construyeron, a fuerza de ganar espacios en los medios de comunicación cuando en las redacciones y en los noticieros casi nadie creía que la ciencia pudiera importarle a alguien y mucho menos vender. La evidencia palpable de que la prepotencia del trabajo, la pasión y la obstinación del pensamiento racional perduran más allá de cualquier boom. A diferencia de otros países, en Argentina, la divulgación científica no fue el resultado de una decisión planificada. Más bien, fue impulsada por la pertinaz insistencia de algunos docentes universitarios, investigadores, alumnos y unos pocos periodistas, surgidos de una sociedad culturalmente respetuosa del conocimiento. La misma que, de a ratos, consideró a la ciencia como algo importante pero no prioritario; que a veces le dio aliento y otras, la espalda.
El movimiento que generaron estos contravientos de la ciencia, derivó en el llamado boom de la divulgación científica: la categoría más simple para sintetizar una trama colectiva, tejida con trabajo, coraje, audacia y creatividad. Entre ellos, también hubo un hombre, discípulo de Luis Leloir, que a mediados de los ochenta, salió del laboratorio para ir a golpear las puertas de las redacciones, persuadido que la investigación científica y el desarrollo tecnológico tenían que ser accesibles para todos. Fue el mismo que se animó a formar los primeros periodistas científicos que tendría el país. Así empezó la historia que, lejos de apagarse en todos estos años, sigue dando que hablar…