Desde que asumiera la dirección del Museo de La Plata, en 1920, me propuse adoptar una serie de resoluciones tendientes a la organización e inventario de sus colecciones.
Primero traté de la preparación de las salas y depósitos, porque no todas estaban en condiciones de servir para una exhibición de ejemplares debidamente clasificados, y, simultáneamente con aquella primera medida, inicié la distribución de los diferentes conjuntos de colecciones de acuerdo con el plan originario del fundador del Museo.
La Guía, que sale hoy a luz, después de una labor persistente y que supone la de haber resuelto numerosas dificultades de orden técnico, es, a la vez que un inventario de todas nuestras riquezas — muchas de ellas de valor inapreciable por su rareza, — un manual de las nociones indispensables que deben poseerse para lograr la mejor interpretación de los fenómenos en las ciencias de la naturaleza. Y después que se exponen las definiciones y problemas, en las respectivas ciencias, se continúa con la enumeración y localización en los estantes de las vitrinas y mesas, de la máxima parte de nuestros ejemplares cualquiera sea su valor demostrativo, porque lo que se busca en nuestro Museo no es acumular objetos sino reunir elementos de juicio para verdaderas comprobaciones.
La Guía comprende tres partes: 1ª Una noticia histórica de la fundación y organización del Instituto; 2ª La descripción del edificio; y, 3ª La descripción del contenido del edificio, o sea de las series de ejemplares, realizada por departamentos y en el orden dispuesto para la exhibición.