En 2001 Sergio Raimondi publicó Poesía civil. Más de veinte años después saca su segundo libro. En el medio hubo un proyecto titulado “Para un diccionario crítico de la lengua”, cuyo eje era un análisis de las palabras que conformarían al mundo actual. El Lexikón reformula ese propósito y sugiere la posibilidad de un vocabulario dirigido a épocas venideras: “Cuando hay un tiempo falto de lexicografía / específica tal vez se esté configurando / (…) la que lo dirá en el futuro” (“Zukunftpoesie”). Entre ambos proyectos queda una idea: la necesidad de armar un lenguaje nuevo o alternativo, no contemplado por los diccionarios al uso. Esta fricción con el saber de las instituciones deja entrever una de las ambiciones que caracterizan al libro. Porque no hay citas ni bibliografía secundaria, ni una enumeración más o menos reconocible de los términos centrales que integrarían nuestro “léxico social y político”. En lugar de ello, el lector se encuentra con un vocabulario conjetural hecho de siglas, palabras en otros idiomas y términos presentados con alfabetos no occidentales.
Para colmo el uso del verso prioriza un discurso lleno de marcas subjetivas que abre otro abanico de preguntas: cuáles son los “temas actuales de interés”, cuándo una estrofa interviene en las connotaciones de una frase, o por qué no definir un problema a través de las formas epigramáticas. El primer libro de Raimondi poseía ya alcances muy amplios para el promedio de temas manejados por la poesía argentina, pero en el Lexicón vemos cómo las referencias se expanden drásticamente. Su propósito es asimilar la diversidad de datos producidos por la realidad planetaria –las últimas innovaciones del sistema capitalista, la historia de un organismo microcelular, el proyecto de fundar colonias en el espacio exterior, una reflexión sobre la Biblioteca Ayacucho, etc.–.