En la década de 1920 en México, surge el movimiento de Muralismo Mexicano. Es un fenómeno emergente necesario, de propaganda para los proyectos ideológicos de la etapa postrevolucionaria. Podemos distinguir por lo menos, tres generaciones de muralistas. Los primeros adhieren a fuentes hispanas y eclécticas. La segunda muestra las influencias vanguardistas europeas, cubismo, futurismo y expresionismo, en las figuras de sus máximos exponentes: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. La tercera de estas generaciones, a partir de 1942, es crítica de las anteriores. En todos los casos exploran las posibilidades del mural visto como dispositivo dirigido a una sociedad de masas: Cuáles son los mejores medios de emisión para una recepción más eficaz. También encontramos en ellos el objetivo de las vanguardias de conciliar arte y vida. En el caso de Diego Rivera se agrega la convicción de que todo avance tecnológico y científico promueve un cambio social, de autoconciencia y acción.