El capítulo recorre minuciosamente el periodismo de José Hernández para observar cómo, en esa intensa participación política y coyuntural, también se va definiendo la “biblioteca” de un escritor. Al analizar la obra periodística de Hernández, la autora constata un paulatino proceso de crecimiento intelectual, cultural y literario que se concentra sobre todo entre la publicación de su órgano porteño El Río de la Plata (1869-1870) y la colaboración en el periódico de Héctor Soto, La Patria de Montevideo (1874). En ese camino periodístico que se inicia en el anonimato y la inexperiencia de la juventud (La Reforma Pacífica y El Nacional Argentino, 1860) y se cierra en la plena madurez coronada con la gloria de saberse el autor del primer éxito literario del país (La Libertad, 1875), puede rastrarse, según Ortale, la evolución intelectual de Hernández, sus lecturas, las preferencias culturales e históricas y sus autores más considerados; o sea el camino del autodidacta que Hernández también fue, como tantos otros hombres del siglo XIX. Este floreo de “cultivación”, quizás alentado por la ilusión de constituirse como un hombre de la cultura porteña, debió ser sostenido entre las idas y venidas de una vida ajetreada políticamente.