La libertad ha sido entendida frecuentemente como el poder de un individuo de actuar espontáneamente, esto es, independientemente de las circunstancias en las cuales se encuentra. Siendo así, la libertad ha sido diferenciada y opuesta a la razón, que busca el conocimiento de un todo necesariamente estructurado. En síntesis, la razón busca un conocimiento a la vez necesario y completo; conocimiento que es, en último análisis, su propio fundamento.
Y en la medida en que tendemos a identificar la realidad, bien que idealísticamente, con la estructura necesaria buscada por la razón, la libertad no puede encontrar lugar dentro de nuestra concepción de lo real. La libertad, entonces, se la opone a la forma, a la estructura. y a la necesidad, como un factor irracional. Según mi punto de vista, esta oposición es errónea. Tiene su origen en la identificación de la necesidad racional con el aspecto formal de las operaciones de la razón en la inferencia lógica y causal, y en la identificación de la libertad con la pura espontaneidad. Pero esta identificación no puede mantenerse.