La lidocaína es una droga que tiene amplio margen de seguridad.
Tras la administración de una determinada dosis de lidocaína en concentración al 2%, se produce una serie de modificaciones en los parámetros vitales. Esa dosis será considerada como de 20-30 mg/Kg para la droga sin adición de adrenalina y de 30-40 mg/Kg para la solución con adrenalina.
Las citadas modificaciones están estrechamente relacionadas con la dosis que se haya administrado y se puede decir que son directamente proporcionales en intensidad a la misma.
La intoxicación por lidocaína cursa con una serie de síntomas y signos, muy claros y evidentes en perros y ratas.
Las manifestaciones tóxicas más importantes son consecuencia de acciones centrales y vegetativas.
La magnitud de las manifestaciones tóxicas será mayor en el caso de que la lidocaína no esté acompañada de adrenalina en la solución.
El anestésico local acompañado de adrenalina en la concentración de 0,5.10-5, que como queda dicho es menos tóxico, es capaz de dar una serie de manifestaciones, sobre todo a nivel cardiovascular, que no provoca la lidocaína sin vasoconstrictor.
Ante la presentación de los fenómenos de toxicidad surge una conducta concreta, la manutención de la vía aérea permeable (aspiración) y la detención de las crisis convulsivas (tiopental sódico en dosis de 10 mg/Kg).
El fenómeno tóxico puede ser suprimido por medio de la premedicación, se usarán vagolíticos tipo atropina (esta droga se dosificó a razón de 0,2 mg/Kg) y anticonvulsivantes del grupo de las benzodiazepinas (diazepán a razón de 1-2 mg/lCg).