No es posible concebir hoy en día la cultura separada del conocimiento científico pues esta ha pasado a ocupar, al lado de las humanidades, un sitio central en el pensamiento abstracto y en la vida cotidiana de las personas.
Durante las últimas décadas la humanidad ha asistido a la presencia cada vez más fuerte y vertiginosa de la producción científica y de la innovación tecnológica, Más allá de la articulación entre conocimiento científico y avances tecnológicos, la ciencia y la tecnología han generado transformaciones en nuestra vida diaria, en nuestra manera de interpretar el mundo y la realidad, en nuestra forma de pensar y de vivir. Han transformado la cultura de los pueblos y ello constituye el sello característico de la cultura contemporánea. Sin embargo, los beneficios de esta articulación no están distribuidos equitativamente en el mapa político y social del planeta. La sociedad del conocimiento, tal como lo anuncia el documento de la UNESCO de Santo Domingo (1999), continua siendo una “gran ilusión” para muchos niñas y niños latinoamericanos y de otras vastas regiones del mundo.