El entorno puede ser natural, pero el paisaje no. Para que exista es necesaria la elección cultural de un observador, determinada por su mirada, tanto con los ojos bien abiertos como cerrados para atender sólo a las imágenes del pensamiento. El paisaje no es la naturaleza ni el entorno, sino una imagen de la naturaleza o del entorno. Un tipo de representación que ha sido válido en Occidente entre su invención en el Renacimiento, y su omisión, olvido o abandono más o menos beligerante a partir de un momento -un tanto impreciso- que no han tratado de aclarar los historiadores del arte dando protagonismo a las vanguardias del siglo XX.
Dicho esto, ahora podemos avanzar sobre el objeto de nuestro capítulo: el paisaje en José María Velasco y Fernando Fader.