En la primera sección retomamos la discusión que dejamos abierta en el capítulo 2 de este libro, para lo cual presentamos una sumaria reseña de las posiciones clásicas sustentadas a ambos lados del debate, tratando de despejar algunas confusiones que suelen acompañarlo. Sostenemos allí que –más allá de las complejidades de la discusión filosófica- la disputa más relevante para la práctica de las ciencias sociales se concentra en el plano de la explicación social (tesis epistemológica). En la segunda sección nos sumergimos en la controversia entre Jon Elster y Gerald A. Cohen en torno a los méritos y deméritos de las explicaciones funcionales en el ámbito del materialismo histórico; como argumentaremos después, las críticas de Elster (al menos en lo que respecta al funcionalismo "sofisticado" de Cohen) no parecen concluyentes, y así el holismo parece seguir su ruta epistemológica después de superar el agudo sofocón elsteriano. Finalmente, en la tercera sección, volvemos a visitar el debate más general entre holistas e individualistas guiados por la noción de "presuposiciones generales" de Jeffrey Alexander (1989), y seguimos brevemente la orientación de algunas discusiones protagonizadas –entre otros- por el propio Alexander, Bernhard Giesen, Richard Münch y Neil J. Smelser (Alexander et al., 1994). El hilo argumental de la hipótesis de lectura, que dejamos abierta a la discusión, descansa en la idea de que una crítica individualista moderada constituye una sana contribución a ciertos excesos del holismo, pero una crítica extrema hace retroceder el debate a un punto que –creemos- Wittgenstein ayudó a superar al distinguir entre explicaciones “inexactas” e “inusables” (Wittgenstein, 1988, p.107 - 111). El capítulo culmina con algunas indicaciones sobre lo que creemos son –en la actualidad-las dos estrategias más productivas para revisitar el debate entre holistas e individualista a través de discutir los vínculos “macro-micro”: por un lado, la estrategia de las “reconstrucciones sintéticas” (Alexander et al., 1994); por otro, los esfuerzos de lo que podr íamos llamar un “programa débil” de sociología analítica, concentrado en la identificación de mecanismos (Coleman, 2011; Elster, 1997 y 2010; Hedström y Swedberg, 1998; Hedström, 2010; Lizón, 2007; Noguera, 2010; Linares Martínez, 2018).