Entre finales de los años sesenta y el comienzo de los años setenta, Habermas transita “un período que cabría denominar de búsqueda”, en el que intenta una síntesis creativa y críticamente orientada entre funcionalismo, hermenéutica, teoría de los sistemas y teoría de la acción (Joas y Knöbl, 2016, p.226).
En esa travesía adquiere –a nuestro juicio- un significado especialmente relevante su famoso debate con Niklas Luhmann. Cronológicamente, el comienzo de la querella suele ubicarse hacia 1968, con la conferencia que éste último imparte en Frankfurt en el XVI Congreso de Sociología Alemana, bajo el título “La teoría moderna del sistema como forma de análisis social complejo”; a la que le sigue una respuesta de Habermas con su trabajo “¿Teoría de la sociedad o tecnología social? Una discusión con Niklas Luhmann”, que a su vez es contestado por Luhmann con su artículo “Argumentaciones desde la teoría de sistemas. Una réplica a Jürgen Habermas”.
En gran medida, podría aducirse que esta polémica –plasmada en un libro colectivo de 1971 pero que prosiguió a lo largo de las décadas siguientes- tuvo como efecto un cierto desplazamiento en el modo de conceptualizar los problemas de la sociedad contemporánea que Habermas había tenido hasta entonces, aunque no modificó el foco estratégico de sus preocupaciones centrales.
Desde esa controversia en adelante, Habermas reconocerá los aportes del enfoque sistémico como una contribución apreciable al “diagnóstico de nuestro tiempo” pero sin perder de vista la necesidad de articular ese lenguaje con el que se deriva de la filosofía y de la tradición sociológica clásica, en términos de una teoría de la acción.