Nuestro recorrido se detiene en algunos movimientos conceptuales que se sucedieron a partir de la fundación saussureana, atendiendo siempre al problema de la relación entre ciencia y subjetividad. A la presentación de los fundamentos de la ruptura saussureana le seguirán el análisis de las propuestas de Levi-Strauss y Althusser. El análisis de estas propuestas nos permitirá apreciar que la promesa saussureana no pudo cumplirse, en el sentido de presentar una solución definitiva al problema del conocimiento de los asuntos humanos.
Esta promesa incumplida, sin embargo, no constituyó un fracaso puro y simple, sino la instauración de un foco de tensiones e inestabilidades, es decir, de una dinámica de pensamiento innovador que condujo a la producción de una nueva serie de problemas: la de las relaciones entre discurso y subjetividad.
Sin embargo, antes de entrar en una exposición detallada de estas posiciones queremos realizar algunas precisiones que consideramos indispensables para entender lo que la aventura estructuralista puso en juego. Recurriremos para ello a la presentación de algunas ideas claves de un pensador de una enorme influencia, cuyo vínculo con el estructuralismo es una cuestión problemática:
Michel Foucault. El planteo arqueológico foucaulteano nos ayudará a sopesar adecuadamente la magnitud de las consecuencias acarreadas por la redefinición del signo saussureano. Este filósofo e historiador, que tanto ha asumido como rechazado ser calificado de estructuralista, y cuya obra, vista en su conjunto, no puede reducirse simplemente al estructuralismo, escribió un libro que alguna vez fue leído como un manifiesto del estructuralismo: Las palabras y las cosas, aparecido en 1966, el momento que el historiador François Dosse (2004: 370 y ss.) llama el “annum mirabile” del estructuralismo. Foucault anunciaba allí la “muerte del hombre” como un acontecimiento crucial, a partir del cual se abría un nuevo umbral para el pensamiento occidental. Esto nos permitirá clarificar una disputa que operó como telón de fondo tanto en el auge como en el descenso del movimiento estructuralista: la oposición entre humanismo y anti-humanismo.